1. INTRODUCCIÓN
Ya en el siglo tercero
a.C., Arquímedes, pudo obtener el área de algunos recintos curvos. Él lo
consiguió sumando “muchos” trocitos de áreas ínfimamente pequeñas,
prácticamente nulas. De modo análogo, Kepler, veinte siglos después, obtuvo
longitudes de cuerpos y volúmenes de revolución. Otros matemáticos resolvieron
problemas semejantes, pero eso sí, en cada caso se hizo de una forma particular.
Posteriormente Newton y Leibnitz relacionaron este
problema con el problema de la tangente, por lo que se consagraron como
inventores del cálculo infinitesimal:
· La
pendiente de la recta tangente a una curva y= ƒ(x), es un punto xº, es su
derivada en ese punto: ƒ’(xº).
· El
área bajo una curva y= ƒ(x), se obtiene a partir de una función F(x), cuya
derivada es ƒ(x). Es decir, F es la primitiva de ƒ.
Esta última relación
conocida como Teorema fundamental del
cálculo infinitesimal, hace relevante el conocimiento de las primitivas. El
eje de nuestra unidad ronda alrededor de la aplicación de la integral definida
y el cálculo de áreas a través de esta.